En Star Wars (Episodio IV), Luke Skywalker pasó los primeros 15 minutos quejándose de su mala suerte por haber nacido en Tatooine. Él no puede ir al Cañón del Mendigo para disparar ratas womp con sus amigos porque tiene que trabajar en la granja de su tío. Luego tiene que limpiar los nuevos droides antes de sufrir de una comida familiar superficial que termina en una tormenta, su ego está herido y sueños momentáneamente aplastados.
Por supuesto, el destino (destiny en el léxico de Lucas) proporcionaría a Luke un escape. Pero el costo sería trágico, y el que iba a ser un Jedi de 17 años no volvería a ver a su casa de nuevo.
Bueno, tampoco lo harían los cineastas. Lucas y su equipo salieron de la Granja Lars al finalizar el rodaje hace más de 35 años. En aquel momento, la cúpula del hogar de la buena familia se quedó sin protección de los vientos del desierto, su ubicación solo era conocida por unos pocos lugareños. Es decir, hasta hace poco, cuando la casa antigua de Luke fue redescubierta por la fotógrafa Rä di Martino, con sede en Nueva York .
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