jueves, 14 de marzo de 2013

¿Qué se siente ser Astronauta?


Se preguntaron alguna vez que sienten los astronautas al salir disparados de la Tierra a toda velocidad, pasarse días enteros flotando y ver salir el sol varias veces al día? 






La idea de este post es contar experiencias de distintos astronautas para al menos tratar de entender lo que se siente trabajar en "la oficina con la mejor vista del mundo" 



¿Qué se siente al salir de la atmósfera en un cohete?
Relato del astronauta canadiense Chris Hadfield, que ha estado varias veces en la Estación Espacial Internacional 




El lanzamiento es extremadamente potente, y te sientes de verdad en el centro de todo, como si cabalgaras una ola enorme, o fueras empujado y levantado por una gran mano, o sacudido entre las fauces de un perro gigantesco. El vehículo se sacude y vibra, y eres aplastado con fuerza hacia abajo a causa de la aceleración. Al tiempo que un juego de motores se apaga y comienza el siguiente, eres lanzado hacia adelante y después empujado hacia atrás. El peso de alrededor de 4 Gs durante muchos minutos es opresivo, como si alguien enorme y muy gordo se tumbara encima de ti, hasta que, de repente, 9 minutos después, el motor se apaga y al momento no pesas nada. Magia. Como si un gorila te estuviera aplastando y de repente te arrojara por un acantilado. Todo un viaje”.



Esto es lo que se siente durante un paseo espacial 



Experiencia contada por Mark Lee, durante un paseo espacial en 1994 (NASA) 
Estuve presente en el nacimiento de mis tres hijos. Intercepté con mi F-18 un bombardero ruso Bear en las costas de Canadá. Serví a mi país haciendo un buen número de trabajos, incluido el de piloto de caza. Fui piloto de pruebas e hice todo tipo de trabajos fascinantes y desafiantes. Estuve en la estación Mir, estuve en la ISS. Pero nada es comparable con salir al exterior para un paseo espacial. Nada es comparable a estar solo en el Universo: al momento en que te abres la escotilla y te deslizas hacia el Universo.





Es como dar la vuelta a la esquina y contemplar la puesta de sol más magnífica que hayas visto en tu vida, de un horizonte hasta el otro en el que parece que todo el cielo está en llamas y todos esos colores y rayos de sol componen una especie de gran pintura sobre tu cabeza. Lo único que quieres es abrir tus ojos tanto como puedes e intentar mirar a tu alrededor y absorber esa imagen. Es así todo el tiempo. O como si la más bella música rellenara tu alma (…) 




También es un lugar de trabajo con muchas distracciones. Pero al mismo tiempo te pone a ti mismo en perspectiva porque esa creación humana está justo a tu lado y es grandiosa y naturalmente bella, como la proa del Titanic o algo que te hace comprender el logro humano que significa construir una estructura que nos lleva hasta un lugar donde nunca hemos estado. Pero entonces te das cuenta de que a pesar de que es enorme y potente, es solo una mota de polvo entre lo que está a tu izquierda y todas las texturas y colores que nuestro planeta está derramando a tu derecha. Y tú eres esta pequeña mirilla de un microcosmos entre esas dos cosas, física e históricamente. Y eres consciente de eso durante todo el tiempo. Parece que estoy hablando sin parar, pero eso es lo que se siente durante un paseo espacial. Merece hasta el infinito todos y cada uno de los miles de pasos que cuesta llegar hasta allí”.


                                                         Mark C. Lee (Colonel, USAF, Ret)



Un relato sobre la oscuridad del espacio 




Cuando pensamos en la oscuridad en la Tierra imaginamos la noche más oscura, sin luna, pero aún así no nos hacemos una idea de lo que es una verdadera oscuridad. Para indagar en este asunto, los chicos de Radiolab (de la cadena de radio pública estadounidense NPR) llamaron al astronauta estadounidense Dave Wolf y le preguntaron por sus experiencias en el espacio. Wolf, que permaneció en activo durante muchos años y realizó decenas de paseos espaciales, les explica una curiosa historia. 


"La oscuridad es un tema interesante en el espacio porque no hay otro lugar donde el contraste entre luz y oscuridad sea más extremo", asegura Wolf. De vez en cuando, el trasbordador, o la estación espacial, proyectan una sombra sobre el propio astronauta al tapar el sol, y la oscuridad es tan grande que apenas pueden ver su propio cuerpo. "Es más negro que cualquier negro", indica Wolf, "porque en el espacio la sombra no tiene luz en ella, no hay luz reflejada en el polvo del aire ni de las nubes alrededor. Y puedes entrar en una sombra tan profunda, tan negra, que tu brazo puede aparecer y desaparecer en delante de tus ojos". 


Wolf realizó su primer paseo espacial en el exterior de la estación MIR junto al cosmonauta ruso Anatoly Solovyev. En aquella ocasión, relata, salieron al exterior de la estación, amarrados a la nave con los cables umbilicales. "Estaba oscuro fuera", recuerda. "Y oscuro en el espacio significa que estás en el lado oscuro del planeta, en la sombra de la Tierra, y sin luz externa de la nave está realmente oscuro. Estábamos sobre el océano y esto significa básicamente que no ves la Tierra. Cuando hay una noche sin luna, no ves la Tierra".


"Flotaba amablemente", explica Wolf en Radiolab, "diciéndome no hay problema, éste soy yo, la nave y la oscuridad. Y, de repente... esa luz cegadora". Lo que estaba viendo era el amanecer, pero a la velocidad a la que viaja la estación MIR el sol sale y lo ilumina todo en unos segundos. De hecho, los astronautas viven una salida de sol cada 90 minutos y 16 noches y 16 días en el plazo de 24 horas. Pero lo más impresionante es la sensación de vértigo que le invadió en el momento en que pudo ver dónde se encontraba. 


"De repente podía ver más de 300 kilómetros hacia abajo y ver que me estaba moviendo a 8 kilómetros por segundo", recuerda Wolf. Bajo él pasaban los desiertos, los lagos y las montañas a una velocidad endiablada. "Decidí centrarme en mis guantes porque de repente tuve esa sensación de altura y velocidad". De alguna manera, explica el presentador de NPR, es como si creyeras que estás tranquilamente en la tierra y alguien encendiera la luz y comprobaras que estás en lo más alto de una escalera de 400 kilómetros. 

                                               Astronauta David Wolf, en su puesto de trabajo

Además de este momento, Wolf recuerda el problema que tuvieron después de terminar su tarea: no podían regresar al interior de la estación y tuvieron que soltarse de los cables y realizar una maniobra casi suicida para volver a entrar. También relata cómo su amigo ruso le hizo un regalo la última noche y ambos se colocaron flotando en el exterior de la nave, sujetos por los cables y mirando hacia el espacio, para ver del universo pasar delante de sus ojos. 



Un astronauta muy valiente


Esa sombra que ven en la imagen es el comandante Dale Gardner. La fotografía está tomada el 14 de noviembre de 1984, a 340 kilómetros sobre las islas Bahamas. Gardner acaba de salir de la nave Discovery sin ningún tipo de sujeción, ha recorrido varias decenas de metros a través del espacio y acaba de acoplarse al satélite Westar VI para arrastrarlo de vuelta al interior del trasbordador. 


Hablar del astronauta más valiente de todos los tiempos no deja de ser una osadía. En la retina nos han quedado decenas de misiones y pequeñas hazañas, como el épico paseo del astronauta Bruce McCandless en mitad de la nada. Pero el vuelo de Gardner tiene algo de estremecedor y sobrehumano. Hasta el punto de que la NASA, tras ver las maniobras de él y su compañero Joseph P. Allen, prohibió que sus astronautas volvieran a maniobrar en el exterior de las naves sin sujeción alguna.





Fue como saltar al precipicio 

Mucho se ha escrito ya sobre la increíble hazaña del astronauta Daler Gardner, que capturó el satélite Westar VI tras una travesía de varios metros a través del vacío. 
Según sus propias palabras:
 “Por un instante, fue como saltar desde un precipicio, durante los primeros segundos me sentí sin control".
 




Una astronauta bloguera 

La astronauta Sandra Magnus es quizá la primera en adentrarse en este venturoso terreno y firma desde hace unos días el primer blog escrito desde el espacio.


Pese a lo que alguno podía esperar, los resultados son prometedores. En una de sus primeras entregas Sandra ha hecho una descripción absolutamente maravillosa de lo que se ve desde la ventanilla de la Estación Espacial Internacional a medida que ésta cruza la noche. 

“Es muy fácil encontrar cosas que hacer aquí arriba y olvidarse de “pararse a oler las rosas” como se suele decir. (Creo que esto se cumple probablemente para todos en todas partes). Así que después de cenar y antes de irme a la cama me paré finalmente y me tomé un momento para mirar el mundo pasar durante una de las vueltas nocturnas. Parece que ha pasado mucho tiempo desde que no hacía esto... Voy a tratar de pintar con palabras lo que he visto. Cierra los ojos e imagina que estás en la ISS, junto a mí, mirando a través de la ventana. Estás colocado con la Tierra pasando por debajo de ti y puedes ver el horizonte y el cielo nocturno sobre él.

Es completamente de noche. Hay tormentas sobre África y se ven relámpagos por todas partes; las luces brillantes se desplazan de nube a nube y las iluminan al pasar de unas a otras. Es como una sesión privada de fuegos artificiales. La tormenta es grande y muy extensa y en cualquier momento ves cuatro o cinco relámpagos a la vez, cada uno sólo dura un instante. Los colores van desde el anaranjado al azul claro. Algunos son como bolas y otros tienen la característica forma de los rayos que vemos desde la Tierra. Sigue así durante varios minutos. De vez en cuando, aparece una ciudad con sus luces brillantes contra el fondo de luces relampagueantes. Las ciudades parecen en todas las formas, tamaños, colores y patrones de luz. Algunas ciudades están cubiertas con nubes y todo lo que se puede ver es una bruma brillante. 


(...) Sin embargo, es la noche oscura, los cielos, lo que atrapa tu mirada. Aunque el horizonte es negro, la luz de las nubes y las ciudades permite diferenciar la Tierra del espacio... El cielo nocturno está salpicado de incontables puntos de luz, algunos blancos, otros rojos, otros naranjas, todos de diferentes tamaños. Están por todas partes... Las estrellas rodean la Tierra y la envuelven en su horizonte. Una manta de luz nos muestra que no estamos solos. Estás nadando en un mar de preciosas luces que sólo pueden ser vistas en la oscuridad. 


(...) Permaneces frente a la ventana, como hechizado, mientras atraviesas la noche. De este modo, justo antes del amanecer se produce un momento de oscuridad total que te impide ver la tierra ni el cielo. Solo existes tú, flotando en un mar negro interminable con una luz brillante, el sol, iluminando el camino. Nada existe más allá de la luz. Solo dura un momento, sin embargo, mientras el sol se eleva por encima del horizonte. La Tierra empieza a recoger algunos rayos y reaparece finalmente de entre la oscuridad, con un color gris apagado. Un poco más cerca te das cuenta de que las nubes más altas de la atmósfera brillan con colores naranjas y rojizos mientras reciben el sol de la mañana… 


Mirando hacia atrás, aún se puede ver la oscuridad de la noche de la que acabamos de salir… Pronto la noche se ha ido mientras la estación espacial continúa su viaje interminable alrededor del planeta. Los cielos son ahora una cortina púrpura contra los colores brillantes de la Tierra. No hay estrellas a la vista. Están ahí, sin embargo, esperando a que la noche vuelva a mostrarnos su brillo, dentro de aproximadamente otros 45 minutos”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario